La trágica muerte de un trabajador agrícola mexicano genera un llamado a mejorar los estándares de seguridad contra el calor
Un trabajador agrícola de México murió en Florida a causa de una enfermedad relacionada con el calor, lo que pone de relieve cuestiones urgentes en materia de protección laboral y derechos de los trabajadores.

La trágica muerte de un trabajador agrícola mexicano genera un llamado a mejorar los estándares de seguridad contra el calor
En un trágico evento que subraya la urgente necesidad de mejores protecciones para los trabajadores agrícolas, Marco Antonio Hernández Guevara, un trabajador agrícola de San Luis Potosí, México, falleció a causa de un golpe de calor mientras trabajaba en Florida. Su muerte el 24 de agosto de 2025 no es solo una pérdida personal sino un reflejo de fallas sistémicas dentro de la industria agrícola. Hernández Guevara había viajado a Estados Unidos para mantener a su esposa y a sus tres hijas en su país, después de haber regresado a trabajar bajo un contrato de trabajador invitado H2-A por segunda vez, lo que resalta las vulnerabilidades que enfrentan incluso los trabajadores documentados.
Lamentablemente, la granja donde trabajaba no formaba parte del programa "Comida Justa" iniciado por la Coalición de Trabajadores de Immokalee. Este programa ha sido fundamental para mejorar las condiciones laborales en 13 estados, pero desafortunadamente, Hernández Guevara quedó fuera de esta medida de protección. Como señaló acertadamente Lucas Benítez, cofundador de la Coalición, su muerte saca a la luz los problemas sistémicos que afectan al sector agrícola. Las granjas que participan en el programa "Comida Justa" no han reportado enfermedades relacionadas con el calor, gracias a las salvaguardias críticas que aplica.
Los riesgos relacionados con el calor van en aumento
Hernández Guevara se encuentra entre muchos trabajadores agrícolas que enfrentan mayores riesgos debido al calor inducido por el cambio climático. La situación es alarmante: las estadísticas revelan más de 33.890 enfermedades relacionadas con el calor entre los trabajadores agrícolas entre 2011 y 2022, lo que provocó casi 1.000 muertes durante el mismo período. Las políticas de la administración Trump han exacerbado aún más las condiciones laborales al hacer retroceder regulaciones cruciales relacionadas con el clima, aumentando la vulnerabilidad de los trabajadores durante las duras olas de calor. Es crucial resaltar que, según el Fair Food Standards Council, se han implementado auditorías sólidas y acciones correctivas en el programa "Comida Justa", lo que muestra un cambio significativo en el panorama agrícola para enfatizar la seguridad de los trabajadores.
Las ramificaciones económicas de descuidar la seguridad térmica son crudas. No sólo pone vidas en riesgo, sino que también le cuesta a la economía estadounidense casi 100 mil millones de dólares al año debido a la pérdida de productividad y las fallas en el cumplimiento. La exposición al calor coloca a los trabajadores agrícolas en un asombroso riesgo de muerte 20 veces mayor que sus pares en otras ocupaciones. Estas alarmantes estadísticas resaltan la necesidad apremiante de contar con regulaciones integrales de seguridad térmica, especialmente en medio de temperaturas crecientes que han aumentado en un promedio de 1,8°F durante el siglo pasado.
Barreras a una protección efectiva
No se pueden subestimar los desafíos que enfrentan los trabajadores migrantes. Muchos trabajan por salarios bajos en condiciones precarias y el miedo a represalias a menudo les impide denunciar las violaciones. Las barreras del idioma y el estatus migratorio crean obstáculos adicionales, impidiendo el acceso a las medidas de seguridad necesarias. Si bien estados como California y Oregón están allanando el camino con estrictas protecciones de seguridad contra el calor, no se puede decir lo mismo de estados como Florida y Texas, donde las medidas legislativas a menudo obstaculizan el progreso.
Los grupos de defensa locales y la participación comunitaria son esenciales para impulsar mejoras sistémicas y garantizar que los trabajadores tengan voz en las discusiones regulatorias. Involucrar a las partes interesadas de manera efectiva puede impulsar el cambio necesario y proteger a quienes nos alimentan. El caso de Marco Antonio Hernández Guevara sirve como un escalofriante recordatorio del trabajo que aún queda por delante. Sin una acción colectiva de los gobiernos, los empleadores y las comunidades, las poblaciones vulnerables, como los trabajadores agrícolas, seguirán siendo las más afectadas por un sistema que no prioriza su salud y sus derechos.
Al recordar a Hernández Guevara y a otros como él, es vital que todos aboguemos por protecciones más fuertes dentro de la industria agrícola. Juntos podemos ayudar a garantizar que no se pierdan más vidas debido a tragedias evitables bajo el sol.
Para obtener más información sobre medidas de protección y profundizar en este tema, visite La Jornada de Oriente, Estándares alimentarios justos, y FAS.org.